La Marcha Mundial de las Mujeres manifiesta su apoyo y solidaridad con el pueblo de Venezuela, en especial con las mujeres y organizaciones populares de mujeres y del movimiento social.
La crisis en Venezuela no es nueva, es parte de una disputa intensificada desde la primera elección de Hugo Chávez, en 1998. Hugo Chávez se destacó por su política antiimperialista y enfocada en la resolución de los problemas básicos de la población, como el hambre, la falta de acceso a vivienda e ingresos. Su política fue la más incisiva contra el imperialismo, lo que despertó el odio al mismo tiempo que fortaleció las luchas antiimperialistas de los movimientos sociales en la región y alcanzó relevancia con la elección de presidentes en América Latina que no se alinearon a los Estados Unidos.
La ascensión de gobernantes como Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Cristina Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Fernando Lugo en Paraguay, Tabaré Vázquez y José “Pepe” Mujica en Uruguay, creó un terreno más fértil para bloquear las políticas neoliberales y tratados como el ALCA, que significarían la subordinación total de América Latina a Estados Unidos. El diálogo y la integración en América Latina se intensificaron, en procesos como Unasur, la CELAC, la reorientación y fortalecimiento del Mercosur, es decir, una nueva geopolítica fue dibujada en América Latina.
Sin embargo, 500 años de imperialismo y colonialismo machista y racista no se vencen fácilmente. Los pueblos latinoamericanos vivieron golpes sucesivos, como en Honduras, Paraguay y Brasil.
Incluso en Venezuela hubo intentos de golpe que fueron sofocados por la respuesta del pueblo.
Los golpes en América Latina comparten la contribución estadounidense, la articulación de la burguesía, empresas y parlamentarios corruptos y de los medios de comunicación, y en el caso de Brasil, el elemento de la misoginia y el destacado involucramiento del poder judicial.
Quien comanda y provoca la crisis en Venezuela son los mismos actores, articulados con los medios golpistas como aliados internacionales, por ejemplo, la Red Globo en Brasil, que todos los días mantiene el noticiero inundado con noticias contrarias al gobierno de Maduro.
En 2014, los movimientos sociales brasileños organizaron un Plebiscito Nacional por una Constituyente Exclusiva y Soberana para realizar la reforma política en el país. Fue un proceso de casi un año de movilización y un plebiscito popular con casi ocho millones de votos. La Red Globo y los medios golpistas no dieron ni siquiera una noticia sobre el plebiscito. Pero cuando los opositores de Maduro organizaron un plebiscito contra la Asamblea Constituyente en julio de 2017, el mismo canal mostró reportajes en vivo durante todo el día.
Los medios golpistas se articulan en todo el continente para generar odio y definir las relaciones de poder en la sociedad en favor de las élites y de las empresas transnacionales.
Lo que está en juego en Venezuela es un proceso de golpe para recuperar el mando estadounidense de la burguesía y de las grandes transnacionales sobre la riqueza del país. No tiene nada que ver con el hambre del pueblo o con la democracia. Venezuela tiene las más grandes reservas de petróleo del mundo, además del agua y de la diversidad ambiental, y es esto lo que estos sectores intentan recuperar.
Los golpes son contra el pueblo, contra las mujeres y la población negra, como ocurre en Brasil, cuya democracia fue interrumpida, todos los derechos de las mujeres y de la clase obrera están siendo destruidos, las tierras usurpadas de los pueblos indígenas, de comunidades tradicionales afrobrasileñas (quilombolas) y de campesinos usurpadas, además de que los servicios, las empresas públicas y nuestra biodiversidad están siendo entregadas a las empresas transnacionales. Brasil, que ya estaba entre los países más violentos de América Latina, vive un incremento de la violencia contra las mujeres y contra la población negra.
La criminalización de los movimientos sociales y los asesinatos de líderes del campo se intensificaron. Los golpes en América Latina son para recuperar el proyecto neoliberal y la usurpación de nuestros bienes comunes, así como para reafirmar la subordinación a Estados Unidos.
Para nosotras, las mujeres y los pueblos, nos queda la lucha y la resistencia. Por eso la Marcha Mundial de las Mujeres denuncia este intento de golpe en Venezuela que intensifica la violencia contra la población más pobre, negra y joven.
Venezuela es soberana, para que junto a su pueblo y clase obrera busque la salida a la paz con participación y decisión popular.
¡Toda nuestra solidaridad al pueblo de Venezuela!
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