Leído por Jordania Ureña. CSA/Jornada Continental
Agradecemos a la coordinación de la Jornada Continental por la Democracia y Contra el Neoliberalismo y al Comité Organizador Cubano, haber permitido que en nombre de la Confederación Sindical de trabajadores y trabajadoras de la Américas (CSA), podamos dar este saludo de apertura en este Encuentro Antimperialista. Traigo el especial saludo de nuestro compañero secretario general de la CSA, Rafael Freire, quien estaba comprometido para estar aquí y por razones de salud familiares, no pudo viajar.
Compañeras y compañeros que desde distintas regiones de las Américas y del mundo han venido a esta isla de la dignidad, a este territorio que es símbolo de rebeldía y de la decisión soberana de un pueblo que por 60 años ha sostenido su proyecto irreductible frente a los más despiadados ataques del imperio estadounidense.
Hemos venido a Cuba como Jornada Continental por la Democracia y Contra el Neoliberalismo para ratificar la vocación unitaria de lucha y resistencia de centenares de movimientos, organizaciones y diversas expresiones populares que en esta misma ciudad en noviembre de 2015 nos encontramos para celebrar el décimo aniversario de la derrota del proyecto neocolonialista del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y para hacer el análisis del momento con el fin de plantear desafíos que busquen una respuesta articulada de movimientos y sectores desde su diversidad y especificidad, reivindicamos la necesaria unidad para enfrentar las causas estructurales que impiden a nuestros pueblos una vida de dignidad y derechos.
Somos herederas/os de la tradición de luchas que han nutrido este continente, de procesos de resistencia desde las comunidades, los sindicatos, las/os campesinas/os, mujeres y jóvenes que han estado enfrentando por décadas los proyectos de apropiación y exclusión de las clases dominantes serviles al capital.
En 2015 coincidíamos en el análisis del momento peligroso que entraba la región, luego de casi dos décadas de gobiernos populares y de enfrentamientos a la agenda neoliberal, los cuales, producto de la movilización y la lucha contra el ALCA y la resistencia popular en varios países habían logrado importantes victorias electorales. Reconocíamos, que, a pesar de los avances, de políticas públicas de recuperación de los salarios, de inclusión social, de recuperación del papel de los estados en la garantía de los derechos, habíamos entrado en una fase de agotamiento por la conjunción de varios factores.
También identificábamos el reacomodo de la derecha en la región, que con apoyo del imperialismo y de otras fuerzas reaccionarias en el mundo, impulsaba agendas de desestabilización, golpe y violencia contra los gobiernos populares legítimos, iniciando en 2009 con Honduras, en Paraguay en 2012 y en curso en 2015 en Brasil contra la presidenta Dilma Rousseff.
Era el momento de la victoria de Mauricio Macri en Argentina, bajo el discurso engañoso del cambio, de la agresión contra Venezuela y el proyecto bolivariano, de presión contra los gobiernos de Ecuador y Bolivia. La derecha actuaba por la vía de la democracia formal, con formas diversas de golpe y desestabilización para recuperar el control de los países. Como lo ocurrido en Brasil con la prisión del presidente Lula sin ninguna prueba y la posterior victoria electoral del fascista Jair Bolsonaro. Fue así en Ecuador, a través de la traición de Lenin Moreno y la captura del gobierno por la oligarquía ecuatoriana.
Esta situación preanunciaba una mayor estrategia de recuperación por parte de las oligarquías coloniales de su control e influencia en América Latina y el Caribe, que, con apoyo de los Estados Unidos, guiados por el gobierno de Donald Trump, vienen impulsando agresivas políticas para destruir el legado de conquistas populares y de iniciativas antineoliberales en la región.
Los sectores populares nunca dejaron de ser el objetivo central de esta respuesta reaccionaria, racista y patriarcal Luchadores sociales, comunidades, organizaciones de trabajadores, campesinos, indígenas, ambientalistas, jóvenes, feministas, han sufrido diversas agresiones, criminalización, persecución y violencia. Las fuerzas conservadoras han mantenido su ataque a estos sectores. Por cuanto, han representado el principal obstáculo contra los proyectos hegemónicos, antipopulares, antinacionales y proimperialistas de las elites.
En La Habana en noviembre de 2015, también identificábamos que las políticas económicas neoliberales, los tratados de libre comercio y toda la agenda de control y dependencia económica de nuestros países, continuaba siendo el principal objetivo e interés de las grandes corporaciones y las empresas transnacionales en la región. Independientemente de sus instrumentos del libre comercio, todos ellos conducen a mantener nuestro presente y futuro sujeto mayor despojo de soberanía y derechos para los pueblos. A mayor dependencia e imposibilidades de proyectos de desarrollo soberanos y alternativos a la lógica de destrucción capitalista en la región y en el mundo.
Fue con ese diagnóstico compartido, con nuestras particularidades, diversidades y especificidades políticas, reivindicando la historia de unidad de los movimientos, fuerzas populares y diversos sectores, que nos comprometimos a retomar una articulación de fuerzas sociales para impulsar una agenda mínima común de luchas, de formas de actuar y posicionarnos colectivamente, para lo cual impulsamos la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo.
No para sustituir ninguna plataforma o instancia existente. No para anular a ningún sector o agenda específica, sino para sumar las diversas iniciativas y hacer de las coincidencias una posibilidad de acción común, de identificación de lo que nos pueda unir y construir sobre ello caminos concretos que iluminen nuestras luchas para avanzar como pueblos.
La Jornada a partir de La Habana en 2015 identificó su agenda común. La defensa de la democracia y la soberanía. No solo para apoyar la legitimidad de los gobiernos populares y progresistas bajo asedio en la región, sino además para reivindicar la agenda de derechos de los pueblos, enfrentar la persecución y criminalización de las luchas populares y prestar solidaridad desde nuestros espacios y territorios.
El enfrentamiento al neoliberalismo, sus instrumentos y especialmente, a sus principales beneficiarios, las empresas transnacionales y las corporaciones, que actúan para el saqueo, la explotación del trabajo, la destrucción del medio ambiente y la apropiación de los bienes comunes en nuestros países.
La Jornada colocó la integración de y desde los pueblos, como horizonte necesario y posible para construir proyectos de unidad, solidaridad, intercambio y reciprocidad desde los territorios, el acervo y los conocimientos ancestrales, el internacionalismo y la unidad de la clase trabajadora. Defendemos una integración que va más allá de la necesaria institucionalidad desde los Estados y gobiernos. Reivindicamos la Patria Grande de nuestros libertadores. Avanzamos en asumir el feminismo y la justicia ambiental como compromiso y parte del proyecto político que construimos.
Desde 2016 hasta 2018 la Jornada, además de avanzar en agendas compartidas, llamó a movilizaciones contra el neoliberalismo, mostrando las respuestas desde los sectores populares a la agenda de las elites y corporaciones, denunció los ataques a la democracia y la persecución contra el movimiento social, compartiendo experiencias de lucha y resistencia para avanzar en la agenda común, también seguimos avanzando en una relación y necesario diálogo con el Foro de São Paulo
En 2019, en acuerdo con el Capitulo Cubano de Movimientos Sociales, integrante fundamental de la Jornada, acordamos venir a La Habana, para actualizar nuestra agenda, ratificar nuestra disposición unitaria y continuar promoviendo la articulación de los diversos sectores, organizaciones y movimientos políticos y partidos, para impulsar una agenda de movilización y lucha anticapitalista y antimperialistas, por la democracia y en favor de los pueblos.
Cuba, su pueblo, sus movimientos sociales y su gobierno, nos reciben hoy enfrentando un momento brutal del injusto y criminal bloqueo al que han resistido por casi 60 años, como parte de los ataques del imperialismo, intensificado con la administración Trump. No dudamos en la solidaridad activa y militante con Cuba y su derecho soberano a vivir bajo el modelo político, económico y social que conquistó de forma revolucionaria. Agradecemos a Cuba por volvernos a recibir de manera acogedora y fraterna, aun en medio de estas dificultades.
Pero también desde la Jornada queremos ratificar que este Encuentro es en solidaridad con la lucha de otros pueblos y procesos. Que también la solidaridad con Venezuela, Bolivia y Nicaragua, nos llaman a estar movilizados. Así como con la resistencia y lucha que, en Brasil, Haití, Ecuador, Chile, Colombia y otros pueblos se está dando en las calles para derrotar la agenda de las corporaciones, de las elites antinacionales, al servicio del capital transnacional del FMI, el Banco Mundial y toda la arquitectura internacional que hoy somete al mundo.
Nuestro desafío es salir de La Habana fortaleciendo a la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo, ampliando nuestra unidad, llamando a sectores diversos de nuestra América. Identificando a todas las organizaciones, redes, movimientos y articulaciones para impulsar un plan de acción que defienda la democracia y derrote al neoliberalismo.
Dar un paso más con las fuerzas políticas democráticas del continente, con nuestras autonomías y nuestra independencia, articular acciones con partidos políticos de izquierda y democráticos, incluido el FSP, con el fin de impulsar un gran frente en nuestro continente. Las victorias electorales en Argentina, Bolivia, marcan la posibilidad de superar desde la institucionalidad democrática, esta agenda conservadora y enemiga de los pueblos. En Uruguay la importancia de mantener los avances progresistas logrados en los últimos años.
Para finalizar, solicito a todas y todos, ponernos de pie en este plenario para enviar desde La Habana, nuestro abrazo solidario, a los pueblos de Haití y Chile que se mantienen en las calles, movilizados y en rebeldía para derrotar de una vez por todas al modelo neoliberal impuesto y que fue exportado a todo el mundo.
Hoy Chile y Haití, su pueblo y movimientos sociales nos demuestran que la lucha y la unidad, pueden derrotar a los enemigos de los pueblos, por eso decimos:
Ni un paso atrás, por nuestros pueblos, por Nuestra América ¡¡¡¡Seguimos en Lucha!!!!