El libre comercio que nos saquea y nos despoja de nuestro territorio

boltrraset16por Región Andina CLOC Vía Campesina

Una mirada a las políticas de libre comercio que Colombia y Perú están impulsando

Es probable que nunca antes como hoy, nuestros ancestros y todos aquellos que desarrollaron sociedad en torno a la agricultura, se estén preguntando ¿por qué vanalizar algo tan sagrado como la alimentación? y ¿por qué mercantilizarla al grado de depredar la misma Tierra y la vida humana?

Es sabido que el mundo entero ha reconocido que nosotros, los pueblos andinos del campo, resguardamos una vasta biodiversidad capaz de enfrentar las actuales crisis, y que además hemos sabido cuidarla desde una interrelación armoniosa con la Madre Tierra.
Pero es sabido también que los Estados donde vivimos están asumiendo políticas neoliberales dispuestas a entregar nuestro patrimonio natural y cultural en nombre del tan ansiado desarrollo.

Una prueba de esto es la firma de los tratados de libre comercio con potencias económicas como Estados Unidos, como es el caso de Perú y Colombia. A pesar de las constantes movilizaciones dentro del territorio peruano, por parte de campesinos, indígenas y trabajadores, por la no firma del mencionado acuerdo; este país termina firmándolo en el año 2008.

Situación similar es la ocurrida en Colombia, donde, a pesar de las exigencias de organizaciones campesinas y gremiales y la presión de sectores progresistas del Senado estadounidense, este país entra al juego del libre comercio desde el año 2012.

Competencia desleal y olvido de la Soberanía Alimentaria

La promesa para ambos países es que sus economías se estarían encaminando a los grandes mercados del primer mundo y, como consecuencia, se superarían grados de pobreza y exclusión social. Pero esto no ha ocurrido así. Que se cumplieran las predicciones sobre lo desastroso que serían los TLC para la agricultura, solo fue cuestión de tiempo.

El sector agropecuario de Colombia tuvo resultados desfavorables por la llegada de productos estadounidenses al país, el déficit de la balanza comercial agrícola (diferencia entre exportaciones e importaciones) creció algo más del 300%. El trigo, lacto-sueros, arroz, leche en polvo y carne de pollo, son los productos más afectados por el aumento de las importaciones.

Los productores de maíz, papa, hortalizas, frutas y en general todos los agricultores están trabajando a pedidos y la importación masiva de alimentos y materias primas de origen agropecuario sigue en aumento; trayendo como consecuencia la reducción de precios internos, de áreas sembradas, de producción nacional agraria y por supuesto, de los ingresos en los hogares campesinos que actualmente están por debajo de un salario mínimo cada mes.

Perú, país donde la agricultura a pequeña y mediana escala es la que más empleo da en comparación con otras actividades económicas, está ahogando la producción agraria local.

Las bajas de aranceles a productos agrícolas que vienen de EEUU han generado competencia desleal en el mercado interno, en detrimento de las familias agricultoras, sobre todo las de la costa, que están abandonando el campo porque ya no les resulta rentable.

En estos momentos, pensar en desarrollo agrario es optar por la agroexportación; el mismo Estado cuando hace balance agrario lo hace midiendo las exportaciones y las políticas que han favorecido este intercambio. Pero no está valorando ni atendiendo la dinámica local, por la que se alimentan 7 de cada 10 hogares peruanos.

Control sobre nuestras tierras y semillas

Una característica de estos tratados de libre comercio, que no solo se ha firmado con Estados Unidos, es la modificatoria de normas de los países para dar control de la producción a economías transnacionales. Aquí es clave la propiedad sobre las semillas, que son las que perduran la vida y producción de los alimentos. Sumado a ello, la presión que reciben los campesinos para utilizar el paquete tecnológico que las empresas disponen en nombre de la productividad y la competitividad.

En estos momentos, Perú está próximo a ratificar el TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica), que por impulso de Estados Unidos está redefiniendo la estructura geopolítica del mundo, integrando a 12 economías para hacerle frente al poder económico de China.

Colombia ha mostrado interés por adherirse a este Tratado. En el caso de Colombia se ha llegado a criminalizar a aquellos campesinos que se negaron a utilizar semillas certificadas, que, por cierto, son parte del negocio de empresas transnacionales como Monsanto.

Perú por el momento, le ha puesto la llave al ingreso de transgénicos hasta el año 2021 con una ley, a pesar de los constantes cuestionamientos de grupos de poder que argumentan que estas leyes atentan contra los acuerdos de libre comercio.

Pero este tipo de disposiciones está endeble en ambos países, incluso a pesar de la resistencia que las organizaciones agrarias e indígenas han hecho al respecto.
Ahora, el TPP, junto con la negociación de otros nuevos acuerdos internacionales, representa una amenaza para los pueblos del campo.

Se está terminando de entregar la soberanía nacional a costa de presión sobre los territorios, arriesgando la biodiversidad y la calidad alimenticia de los mismos pueblos. Solo por un reacomodo del capital y el afán de comercializar hasta la última semilla que resguardan los Andes del continente.

Contra el capitalismo y por la soberanía de nuestros pueblos, ¡América unida sigue en lucha!

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